Las Naciones Unidas declararon a Quito
Patrimonio de la Humanidad por algo. Es una ciudad hermosa, imposible
de conocer en dos días como pretendemos.
Giovanny nos pasó a buscar a las 8 de
la mañana y salimos en su camioneta hacia el volcán Pululagua,
activo, pero sin erupcionar en 2800 años...
Adentro de su cráter vive
una comunidad aborigen. Parece que el Estado ecuatoriano intentó
varias veces mudarlos a un sitio más seguro, pero ellos no
quisieron, es que la verdad, visto desde arriba no parece nada
peligroso, todo lo contrario, es una imagen idílica de un valle
entre montañas (valle que no es más que un cráter disimulado, pero
eso sólo los geólogos lo saben).
Después fuimos al Museo Intiñan, que
es un museo muy interactivo sobre los efectos que genera el hecho de
estar parado justo sobre el ecuador. Desde la demostración práctica
del efecto Coriolis con los remolinos de agua de un lado y del otro
del Grado 0, hasta relojes solares verticales, caminar con los ojos
cerrados sintiendo el empuje de ambos polos (solamente Caro pudo hacerlo, yo no pude dar ni un paso, cada vez que lo intenté me caía como borracho) hasta parar un huevo
fresco sobre la cabeza de un clavo. ¡Yo pude hacerlo, ahí está la
foto que lo comprueba y hasta me dieron un certificado firmado y
sellado! También tiene un montón de información y cosas de los
pueblos originarios de Ecuador, todo guiado por un profesional muy
atento y simpático que respondió todas nuestras preguntas, la
verdad que es un lugar super recomendable.
También tienen unas preciosas llamitas dando vueltas.
Y una Plaza de Toros, a Maca mucho no le gustó...
Lo que sí aprovechamos fueron los restaurantes de comida típica. Ahí comimos fritada, mote, chicharrón y hornada, pero no nos animamos al cuis, también yo le entré a la chicha y Caro al canelazo. (Comentario aparte, la chicha se elabora masticando el maiz y escupiéndolo en un cazo, dejándolo fermentar y luego envasándolo con otras especias, o sea, hay que tenerlos bien puestos para tomar un vaso entero, yo llegué a la mitad, el Canelazo es una especie de trago caliente con canela que debe andar en los 80° de alcohol, Caro tomó dos tragos y empezó a rebotar contra las paredes)
Cuando salíamos vimos la construcción del edificio de la UNASUR...
De ahí nos fuimos al centro histórico
de Quito, Giovanny nos dejó en la Basílica del Voto Nacional y
nosotros seguimos caminando. Las gárgolas de la Basílica son impresionantes...
Entramos en todas las iglesias menos en
la de la Compañía de Jesús porque nos quisieron cobrar 4 dólares por
cabeza, ni en pedo, la espié con los binoculares desde la vereda.
Muchas de las
iglesias que visitamos datan de antes del 1550, el arte religioso que
tienen es inagotable, y las leyendas, más aún.
La que nos sorprendió fue la Iglesia del Sagrario, del siglo XVII, no sólo por los ornamentos de sus puertas y que está casi completamente bañada en pan de oro, sino que en la entrada tiene un baldosón, completamente gastado por el paso de millones y millones de fieles a lo largo de los siglos, con una calavera pirata cruzada por dos tibias, nadie supo
decirme qué significaba.
También fuimos al Palacio Presidencial,
donde hacen una visita guiada por el ala norte y es gratuita, vale la
pena, pero no estaba Correa.
Y terminamos caminando a la noche por
La Ronda, que es una calle peatonal que va de este a oeste, con más
de un kilómetro de largo, plagada de bares, pubs, música, aromas y
colores.
De ahí un taxi hasta el departamento.
(En Quito el transporte es muy barato, u$s 0,25 el metro bus y los
taxis no superan los 6 dolares el trayecto más largo, y cuando digo
largo hablo de 40 o 50 minutos arriba del coche. Cuando subís a un
taxi podés pedir que te cobre por reloj, va a ser sensiblemente más
barato, pero dependés de que el chofer sea honesto y no te pasee, o
arreglar un precio fijo hasta el destino elegido).
Quito es una ciudad inolvidable, y
todavía nos queda un día para Otavalo.
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