Después de la despedida fenomenal que nos dio San Cristobal en nombre de las tres islas con ese atardecer de película, decidimos que no hacía falta descansar poco y salir rajando para ir de nuevo un rato a la playa, así que no madrugamos y armamos las valijas tranquilos...
Dejamos el hotel tranquilos, pasadas
las 10 de la mañana, teníamos que estar en el aeropuerto a las 11,
el vuelo salía a las 14 (en lugares con tanto turismo y tan poca
infraestructura preferimos llegar temprano para evitar dolores de
cabeza con las reservas) Pero el problema no fue la reserva, sino el
avión en Quito, que nunca supimos qué pasó pero debieron cambiarlo
por otro, lo que generó una demora de más de dos horas y terminamos
saliendo pasadas las 16. Despachamos las valijas y fuimos a almorzar
a un restaurant frente a la base de la Armada.
Lamentablemente los problemas de LAN no
terminaron ahí, ya que en la escala en Guayaquil casi nos peleamos
con otros pasajeros que abordaron en esa ciudad con los mismos
números de asiento que nosotros. Definitivamente el transporte no es
el fuerte de Ecuador.
Pero por suerte Giovanny, que nos iba a
buscar, se bancó la amansadora y nos estaba esperando para llevarnos
hasta el departamento que teníamos ya alquilado frente al parque,
¿cómo se podía llamar?, ¡sí! Carolina. Un departamento a
estrenar nos dijo Carmen, la representante de la empresa, en un
séptimo piso, una vista alucinante, muebles nuevos, olor a nuevo,
parecía perfecto, después nos enteraríamos que no andaba la
heladera (cuando se pudrió la leche que habíamos comprado para el
desayuno de los chicos), no había gas (y nos tuvimos que bañar con
agua fría en Quito que no hace el calor de Galápagos), no había
calefacción, los vecinos organizaban fiestas hasta las cuatro de la
mañana en el salón común, justo debajo de nuestra ventana y se
cortaba la luz durante la noche, pero el resto del departamento, una
hermosura.
Paseamos un rato (era muy tarde, y como
les conté, en Ecuador la gente se acuesta temprano) y por suerte
había un Subway abierto para una cena apurada.
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